Cuando mi médico me dio el diagnóstico de celiaquía sentí que algo se derrumbó dentro de mí. Pensé en todas las comidas que me gustan: fideos, galletas, tortas y que estaba condenada a vivir sin ellas. No solo implicaba el sabor, sino también tradiciones, recuerdos y afectos.
Para mí, una argentina descendiente de italianos, la harina de trigo era una gran base de mis comidas. Al principio mi familia se horrorizó; para ellos no comer gluten equivalía a una vida de miseria gastronómica. Pero, poco a poco y con paciencia, descubrimos que estábamos equivocados: yo podía comer lo mismo que mi familia, solo que con algunas diferencias y sustituciones. Siempre me gustó la cocina y no dudé en buscar recetas y ponerme manos a la obra. Mi primer intento fue un absoluto desastre, pero mis seres queridos me apoyaron y la práctica comenzó a dar sus resultados. Hoy mi mamá tiene que decir «¡No le coman toda la torta a Raquel!».
La angustia y la frustración no son raras en las salidas a comer de un intolerante al gluten
Sin embargo todo cambia cuando tengo que salir a comer afuera. No basta con abstenerse de platos que lleven gluten en sus ingredientes: la famosa contaminación cruzada ¡es capaz de arruinarnos la carta entera! Son pocos los lugares que ofrecen un menú con los cuidados adecuados para un celíaco. Además, no es lo mismo vivir en Buenos Aires (donde encontrás negocios 100% gluten free) que en un pequeño pueblo del interior. Algunas personas se encuentran con tantas dificultades que terminan por renunciar a las salidas. La vida social también forma parte de la calidad de vida; los celíacos podemos (y debemos) comer fuera de casa, ir a fiestas, viajar y probar nuevos sabores.
He aquí algunas recomendaciones para enfrentarnos al desafío de comer afuera:
- Comunicación: A algunos nos da vergüenza comunicar nuestra condición. Tenemos miedo de vernos como caprichosos y ser una molestia. Pero de nuestra dieta depende nuestro bienestar, lo mejor es hablarlo con tus acompañantes, para que te entiendan y te ayuden a buscar un lugar con opciones aptas.
- Planificar: Si estás en duda sobre un lugar, llama o ponte en contacto por las redes sociales. Puedes explicar tu condición (para que estén preparados cuando vayas) y pedir detalles sobre la carta, productos, etc.
- Comprensión: Recordemos que la celiaquía es nuestra condición, el otro puede no saber o no entender. Tengamos paciencia para explicar. Pensá que esa explicación puede hacer que el próximo celíaco que vaya a comer allí sea mejor atendido, ¡y vos también!
- Alimentos, mantenerse en lo natural: Las opciones más seguras son las carnes, verduras, legumbres y frutas. Debemos tener mucho cuidado con los condimentos, salsas que puedan haber sido espesadas con harina, caldos en cubo (o pastilla) y demás aditivos no aptos. Una idea: llevar nuestros condimentos en pequeños recipientes. En cuanto a los postres lo mejor son los flanes, arroz con leche, frutas en almíbar, etc.
- Mantente informado: Los lugares con menúes aptos o totalmente especializados en celiaquía son cada vez más. Internet es una gran manera de descubrirlos.
- Pensar en positivo: Quizás no podamos ir a un restaurant y comer una pizza como nuestros amigos. Pero estamos ahí, con ellos, disfrutando del momento y eso es lo más valioso y gratificante.
¿Y vos? ¿Salís a comer afuera? ¿Cuales son tus estrategias?