“Compartir es…compartir” y así de determinante como suena es la importancia que tiene en la interacción entre humanos. En especial el compartir una comida con otros, en grupos, en familia, con amigos nos ayuda, desde niños, a relacionarnos con los demás…y hasta en la nutrición que recibe un bebe depende su ser como lo comparte con su madre.
Compartir no solo es realizar una misma actividad con otro. Se trata de disfrutar esta actividad. El compartir es mas una muestra de afecto que otra cosa, y suele aparecer vinculado con la soledad. La soledad suele manifestarse en algunos celiacos cuando tienen que “compartir” una comida, es decir en una reunión donde todos comparten el mismo menú, el celiaco debe tener su “menú especial”.
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Aquí podríamos poner en discusión ¿Comparte la comida con el grupo? ¿Puede sentirse a gusto con su menú sin tacc?
Diferentes situaciones suelen generarse, a saber: que los demás miren con intriga la comida sin gluten, que se solidaricen por no poder comer lo mismo que ellos, que los cuestionen porque son tan estrictos, etc. Estas actitudes no hacen más que reafirmar que los celiacos no pueden compartir la comida con un “menú diferente”
¡Claro!! Que necesitan compartir una comida, necesitan vincularse con esto que es estructural desde los primeros años de vida. Y aquí es donde creo que el que tiene que cambiar la actitud del “compartir” es el celiaco.
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Si bien es cierto que hay que ser estricto en el cuidado de los alimentos y que encima cuestan fortuna, es necesario “APRENDER A COMPARTIR” desde otro lugar. El cerebro – mente crea patrones, a lo largo de la vida, y luego nunca para de buscarlos. Son esos patrones que hay que modificar, para poder volver a disfrutar de la actividad del compartir una comida sin gluten; es decir necesita reescribir su historia.
Es un aprendizaje que a algunos les llevara mas tiempo que a otros, pero necesario para poder vincularse desde otro lugar, y no son los demás los que deben integrarlos y dejar de hacer comentarios inadecuados porque se pasaría la vida esperando que esto suceda.
Un consejo seria que el celiaco con su “MENU SALUDABLE” debería ofrecer a los demás que prueben y así sea un pedacito porque es carísimo, sirve.
Todo sirve! Un pedacito de galletita, de alfajor, de pan, de pizza, etc., por ínfimo que sea hay que ofrecerlos a los demás para que prueben. Si alguien lo rechaza ya es una cuestión de la otra persona. Porque he observado (y en lo personal lo hice casi de manera automática) sacar el taper, paquete de galletitas, etc., y ponerse a comer hasta con discreción ¡¡¡¡¿Por qué?!!!!
Aquí es donde nuestra mente busca encontrar esos “patrones del compartir con los demás el mismo menú” y no lo encuentra, a partir de ello surgen diferentes emociones y/o sensaciones.
En resumen, digamos que el celiaco debería “reescribir su historia”, debe aprender a compartir su comida para poder integrarse y disfrutar de lo placentero que es compartir en grupo una comida.
Lic. Roxana Chujer
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